martes, 30 de septiembre de 2025

Raven #4

 

  Las luces se apagaron, los lobos aullaban a la parca que venía a por lo que tanto ansiaba, mi alma, y allí estaba mi envoltorio, sangrando repleto de plumas blancas, brillantes, elegancia sublime y solemne que había caído sobre mi pálida piel, así, de la nada, de un manto taciturno y delirante como me sentía yo en aquel instante. La luna en su esplendoroso candor intentaba arroparme, pero la gelidez se había apoderado de cuerpo, ya no era de mi misma, ya no era nada, sólo pasto de los animales y abono de un suelo fértil como la mujer que se acercaba hacia a mí, en su voluptuosidad misteriosa y a la vez dulce, atrayente avanzaba, seguida de lobos negros silentes, de cuervos negros que volaban ante la mirada de la dama de plata en su luminiscencia. Era un mujer entrada recién en madurez, con rasgos pálidos y pulidos, labios bien definidos, carnosidad maquillada de negro, ojos verdes y negros, vibrantes en cualquier desvelo, como su formosa figura sinuosa, alzando las manos en mi búsqueda, uñas largas y blancas, como sus alas, sí, alas de cuervo blancas que nacían vigorosas de su espalda, ella vestía de negro, la noche se confundía en esa lobreguez latente y visceral, y acariciando mi rostro helado, se abrieron mis ojos, ya no eran verdes, eran completamente negros, hasta la esclerótica, y mis pupilas... Eran blancas, pero podía ver todo diferente, mi visión estaba agudizada, ya no tenía orejas, pero cualquier ruido por muy minúsculo que fuera escuchaba... 



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