jueves, 20 de noviembre de 2025

 

 Observamos la luna desde diferentes bosques, desde diferentes ojos, misma melancolía de lo que pudo ser y no fue, de la misma entrega en diversos planos, de un reflejo oscuro, caótico y a la vez centrado, fluyendo entre melodías, uniéndonos en lo místico, lo dual, lo que no se logra comprender fácilmente.

 No es superfluo el sentimiento que de la intriga crece, desde el conocimiento, desde el ser más ignoto y profundo, sí, es profundo en su mimetismo y almagemelización inefable, recíproca hasta en su desemejanza.

 No es simple, no es algo que se contemple a primera vista, es dolor convertido en beldad, fascinación por lo que nadie se atreve a ahondar, emociones que se plasman en letras y música,


canalizando la expresión que no todo el mundo puede entender...

 Son cisnes, cuervos y blancura en una noche de encanto entre hojas marchitas como la conmiseración que nos adentra en ese mundo prohibido de imaginación y arte, es el conocimiento diletante el que invita a la entrega del yo en el más recóndito pensamiento. 

  Es lo vetado que subyace en nuestras mentes tan iguales y tan opuestas... Las ruinas en el orden de lo controlado e incontrolable...

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