miércoles, 22 de octubre de 2025

Feral #2

 

 Sin saber por qué, conocía esa mirada; verde como el hechizo que encarnaba, verde cambiante en tempestad y brillo, en serenidad y opacidad. Sí, esos ojos alargados y penetrantes me estremecieron. Sus pasos eran elegantes y finos, medidos en lentitud, su pelaje era voluminoso y de un color negro azabache, luminoso en su oscuridad, no podía ver sus colmillos, pues su hocico estaba cerrado, sin embargo, sí era capaz de imaginar lo afilados que podrían llegar a ser, puesto que era plenitud en su juventud entrando en madurez, fortaleza silente buscando mi cuerpo entre hojas yacidas.

 Nuestras miradas se unían; yo, ahogándome en su verdor acuoso y ella, en las nubes de mi cielo, sí, era una loba y estaba herida; en su lomo brotaba sangre y su gesto era de dolor, en su semblante se notaba el cansancio, y allí, delante de mí se detuvo como pidiendo ayuda.


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